Despertando en la oscuridad
Fueron necesarias algunas horas para asumir su terrible destino. Ya que, en medio del ultimo sollozo, engañado por su mente, pudo percibir el brillo de aquellas lagrimas que caían sobre sus manos, el resplandor más remoto que tendría frente a él porque, de ahora en adelante, no tendría más remedio que morir en la oscuridad. Dentro de una eterna noche, la más tenebrosa de todas, despertó sin saber nada. Solo podía sentir el mundo, y a partir de sus manos, dibujó aquel espacio que lo rodeaba: una cama junto a una pequeña mesa y una silla, algo parecido a una planta, y nada más. Eso sí, le pareció bastante cómico encontrarse con un pequeño libro en braille, seguramente una biblia cristiana. De alguna forma, aquella celda parecía el castigo más barato para un ciego. Recordó aquel fragmento que leyó algún día, donde mencionada la pena de los condenados a muerte, cegados y luego arrojados en aquellos cuartos sin iluminación, con el fin de abaratar costos. En su caso, no tenía presente al