Una relación epistolar

Luego de muchos años invertidos por parte de la sociedad científica intergaláctica (sci), se han podido reconstruir las diferentes circunstancias que dieron fin al planeta IP202 del cúmulo de sistemas solares D-21. Para quienes no estén familiarizados, a mediados del año 2623, una misión de reconocimiento encontró restos fosilizados de seres que vivieron hace unos 6 billones de años en ese planeta. Lastimosamente, no pudieron encontrarse signos de vida actuales. Aquel hecho marcó un hito sin precedentes en la humanidad, quienes desde hace mucho, solo encontraban aminoácidos y organismos unicelulares básicos en cada planeta observado. Los restos alienígenas representaban un gran misterio sobre cómo funciona la vida en el universo. Su composición química no estaba acorde con los análisis realizados en la superficie del planeta. Durante mucho tiempo, se consideró un gran misterio que estas formas de vida, basadas en silicio, se encontraran en aquel lugar. Los científicos inventaron divers

Es julio de 1977 y estoy enamorado. Después de un largo paseo por el parque volvimos a casa, cena ligera, noche tranquila. Al siguiente día el trabajo, misma oficina y jefe estricto, nada de holgazanear en los cubículos. Llega la hora del almuerzo, ella se sirve verduras y un filete de salmón, casi no come carne; yo en cambio un plato de lo mismo, puré y filete. Me gusta ver la expresión en su mejilla cuando algo realmente le parece delicioso; no es zurda, pero siempre tiene la manía de tomar los cubiertos al revés, un pequeño bocado y mastica 30 segundos, otro bocado y esta vez fueron 34 segundos. Fin de la jornada, autobús número 16, si es posible toma el último asiento, el de la mitad, nunca le ha gustado la vista que le ofrecen las ventanas de está ruta. Fin de semana, patos en el estanque, de nuevo disfrutamos de un paseo relajante, silencioso. Me gusta su presencia, a veces me detengo un instante para ver como desaparece ante el reflejo del sol, su silueta es realmente única. Cen

Durante tres meses, los habitantes de ciénaga grande, un pequeño barrio de invasión a las afueras de la ciudad, desarrollaron una guerra vecinal con el fin de la reestructuración organizacional de sus casas. Los primeros habitantes tuvieron el privilegio de acaparar las mejores extensiones de tierra, rodeadas de buenos palos de sombra y con el sol de la tarde detrás de sus porches. En cambio, el resto de vecinos que llegaron más tarde, tuvieron que conformarse con los lotes donde, con mayor intensidad, el calor del sol y el viento golpeaba con fuerza. Existía una disputa en donde ninguna de las dos partes quería ceder ante la otra. La primera argumentaba el derecho del primer ocupante, las largas horas de trasnocho con machete en mano, para evitar que le corrieran el alambre de la cerca que delimita su terreno o le robaran los bloques y tejas de zinc arrumados al orillo del tanque de agua; la segunda buscaba el confort general de aquellos que obtuvieron terrenos pocos aventajados, pero

El señor Ricardo Arenas, pudiente empresario del litoral pacifico, invirtió una significativa cantidad de dinero para la educación de su único hijo varón: El joven William Arenas. Desde pequeño, demostró grandes dotes intelectuales que le valieron para considerarlo un genio. Por ejemplo, desarrolló una técnica para dividir por cifras mayores a tres sin utilizar el ábaco del abuelo y aprendió a navegar de noche utilizando las estrellas tanto del cielo como del mar. Por tal razón, contratados por su padre, llegaron de los lugares más prominentes del mundo, un sin fin de académicos para impartir clases particulares en las variadas disciplinas del ingenio humano. Durante años, se le embutió tanto conocimiento como el que fuera capaz de digerir. Sus largas maratones intelectuales por poco colapsan su estabilidad mental; para evitarlo, se le obsequio un gato con el fin de que lo acompañara y consolará en su tedio diario. El animal, de raza somalí y color ocre, siempre estaba presente en cada

Hablar con las plantas es algo bastante común para quienes se ocupan de su cuidado. Fuera de considerarse una locura, podría interpretarse como uno de los actos más cuerdos nunca antes realizados. Doña Ortencia, madre de tres hijos y única heredera de la fortuna de su hermana, no pensaba de esa forma. El abogado dispuso de una clausula donde le obligaba a regar el “jardín de las bocas” cada mañana. En este sitio, ubicado en la parte posterior de un pequeña casa, podía encontrarse cualquier planta que se quisiera; excepto, claro esta, la que uno estaba buscando. Poco antes de su muerte, fue diagnosticada de un extraño padecimiento mental. Según cuentan, divagaba en complejas disertaciones filosóficas junto con algunos cactus del desierto. Llegó inclusive a publicar un libro donde resumía la critica de las plantas y el estado superfluo en que vivían la mayoría de estas. La señora Ortencia tuvo que comprar tapones para los oídos porque no soportaba el bullicio del jardín cada mañana. Siem

En las inmediaciones de un lote baldío, cerca a un barrio de la periferia, se oye la noticia de un meteorito que lastimosamente le vuela la cabeza a un chivo. El evento atrajo la atención de los medios que inmediatamente viralizaron las imágenes del animal descabezado. Al lugar se presentaron diversos expertos con el animo de poder comprobar ciertas teorías acerca del impacto; un carnicero pudo evidenciar que el tajo estaba muy por debajo de la línea adecuada para esta clase de cortes y un geólogo afirmo que ese tipo de rocas son mas útiles en otro tipo de especies con cueros más duros.  Un comerciante vio la posibilidad dorada para lucrarse de aquel suceso espacial. Adquirió el resto del cuerpo intercambiándolo por una bicicleta vieja de piñón fijo, y en menos de veinticuatro horas, se empezó a escuchar por las calles como se ofrecían bollos de chivo espacial con limonada. La demanda del producto fue tan alta que los precios se dispararon y tuvieron que establecer métodos de pagos a q