Un reflejo de luna
Ubicado en la posición de ataque, preparado para dar la estocada final, el matador observa aquella cortina de sangre que niebla la vista a su contrincante. Al mismo tiempo, trata de adentrarse a su mente, tan sencilla y a la vez tan fuerte, para poder arrebatarle aquel recuerdo que tanta rabia genera dentro de él. A su alrededor, la ovación y el bullicio, propio del festejo local, exaltan a su héroe para que, espada en mano, perfore de una vez e inserte allí, toda emoción de rabia y venganza. El bovino levanta la cabeza por ultima vez, mira hacia el cielo, encontrándose el ardiente saludo de aquella flama que calienta aún más la sangre hirviendo que se escapa hacia el suelo. El valentón, preso de su venganza, arremete contra el animal que, como ultimo de instinto supervivencia, le atraviesa el pecho. Era la segunda vez que por su culpa le rompían el corazón. Sus últimos instantes le recordaron su vida y su niñez. Las razones por las cuales decidió tomar este ofició, y su impotencia a