Una relación epistolar

 Así es esto, pasas varias horas sentado frente a una pantalla en blanco, inicias una frase, seguramente el tema de un cuento prometedor, pero al poco tiempo desaparece, muere, sin poder encontrarse con aquel final o inicio que lo abrazara y le diera un significado. Por poco esta misma historia sufre aquella suerte, lo único que la mantuvo con vida fue su inexplicable naturaleza para explicarse a sí misma y a los acontecimientos que dieron origen a su existencia; no ser es una opción no permitida, ya que, ostenta el cargo de liderar, convertirse en la representante de algo más fuerte que ella, la portavoz de todas sus compañeras abandonadas al silencio y al no vivir. Su posición de comisionada le obliga a evaluar muy bien sus palabras. Debe decir lo justo para defender la honra de sus hermanas abatidas por mí, las cuales terminaron en un posible borrador que poco a poco se difumina en mar de documentos infinitos o en la idea que fue opacada por otra menos importante y que seguramente t

 El otro lado representaba una odisea hacia un mundo distinto. Del cual, solo se oían historias de éxito y fortuna. La realidad actual era un mundo de riquezas naturales envidiable para cualquiera atrapado en las cárceles de cemento y humo; donde la inmensidad de su árboles, la frescura de sus ríos, la paz del silencio, se escondían para aquellos hambrientos no solo de comida, sino también inquietos al no satisfacer sus necesidades de respuestas, para quienes solo existe la inexorable quietud con la cual, el tiempo, devora sus vidas.  Siempre imaginé que el otro lado era realmente eso, un sitio apartado de todo, ubicado más allá de la frontera de la realidad. Donde las personas eran gigantes con bolsas de oro, los árboles teñían sus hojas de tonos azules, y donde el sonido de la lluvia resonaba como campanas al caer sobre un suelo que nunca se mojaba. Pero lo que encontré al llegar al otro lado, fue una extensión de las mismas cosas que el mundo me ofrecía en casa. Con la diferencia de