Una relación epistolar

Necesito su ayuda doctor, estoy desesperado. Estos últimos días han ocurrido una serie de sucesos realmente extraños, sacados de una película de terror o un mal viaje de hongos. Los hechos se remontan hace una semana, mientras cruzaba el puente de la catedral, el que conduce al centro y a mi sitio de trabajo. Los pasos que daba sobre el pavimento perdieron su sólida base de apoyo, el puente y todo lo demás, desapareció; tan solo me encontraba yo mismo, flotando en nada, siendo nada. En ese instante, únicamente fui un trozo de conciencia pensando que era consciente de que no era nada, me miraba a mi mismo, sin extremidades ni cuerpo; todavía sigo divagando sobre cómo puede una conciencia ver sin ojos, pero ese no es el problema. Mi estancia en aquel sitio duró una eternidad, el tiempo que le toma a un universo colapsar por completo; sorpresivamente todo se compuso de nuevo, para mi sorpresa, tan solo había avanzado unos cuantos pasos nada más. A partir de ese día, y en los momentos más

Por la rivera del magdalena se esparció el rumor del cristal, una misteriosa roca que permitía, a quien la tocara, disfrutar de sus deseos más profundos. Apareció de la nada, después de un derrumbe producto de un aguacero que duró tres días. Aquel cristal era un pequeño fragmento que se encontraba incrustado en una gigante roca en medio del río. Solo se podía acceder a ella por medio de lancha. Medios de todo el mundo cubrieron la noticia con tal amarillismo que los más importantes personajes del mundo llegaron a tocarla. Ricardo Montes, vecino de la localidad, decidió aventurarse al río para probar su suerte con aquella mágica piedra. Estando frente a ella, y con dos aves marías previas, acercó su mano y descubrió, para su infortunio, que nada pasaba. Decepcionado por su mala suerte, e invadido por una ira, se obligó a sí mismo a disfrutar en carne propia la realidad que le fue negada por aquella roca. Vendió algunas de sus pocas propiedades y juntó el dinero suficiente para emprender

De repente se detuvo el mundo. Todo se quedó tan vació, sin color, ni siquiera podría decirse en blanco, porque de esa forma habría algo en el fondo y eso no fue lo que ocurrió. Hace un instante, caminaba por una ciudad y de repente nada, una parada instantánea de la conciencia. Parece que estoy de vuelta, por alguna razón ingrese a una tienda y converse con alguien que me dio una supuesta información, se despidió y se marchó. Sin pasos intermedios, aparezco en mi casa meditando aquellos papeles. Otra vez, el mundo se apaga y todo se vuelve a parar. Estoy disparando a cara cortada y logre herirlo, al parecer eso no debía suceder todavía, una ráfaga de viento me devuelve a mi habitación para seguir analizando la pista de un prófugo de la cárcel. Una y otra vez se desarrollan las mismas escenas y conversaciones. Mis breves instantes de lucidez se parecen a un libro con una narración mediocre que aburre al lector. Solo puedo aprovechar estos breves momentos de luz antes de que vuelvan a c