¿Cuánto se debe esperar?
Realmente qué estoy esperando. Cual es la razón que me obliga, por un lado, a buscar una aprobación que no necesito, y por el otro, intentar solidificar una situación que se condenso de un pequeño vapor de aleatoriedad. Porque, como si de una extraña condición sintomática se tratara, adopte el insano ritual de esperar la luz intermitente que se cuela por la ventana de mi habitación y me avisa que otra vez esta allí. Quién se supone que esta encendiendo y apagando ese foco, no lo sé. Descubrí que solo ocurre cuando es el otro quien quiere hacerlo. Me atormenta pensar en lo desconocido de aquella nueva situación. Ahora ya no vivo solo en mi mundo, me convertí en el anfitrión de un visitante que se adentra cada día más mientras navego y descubro su mundo también. Un mundo con colores nunca vistos. Donde los ojos te miran con una profundidad azul que se torna verdosa hasta el punto en que no distingues si son tus ojos o los otros quienes realmente ven la realidad. Pese al miedo que me inv